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La Cibeles y Las Pascualas, el agua que protege el oro de España

Plaza de Cibeles
Para un ladrón, los atracos a los bancos se han convertido en uno de los retos más grandes a conseguir. Sus medidas extremas de seguridad, su vigilancia, hacen de las cámaras acorazadas de las entidades bancarias unos auténticos búnkers inexpugnables. Aún así, a pesar de las innumerables medidas de seguridad, a pesar de todos los avances tecnológicos para evitar el robo, siempre hay alguien que consigue acceder a ellas y llevarse un suculento botín (ver El robo mejor castigado). La sede del Banco de España en Madrid, por ser el banco central español y ser allí donde se guarda una parte del oro estatal, tiene una de las cámaras acorazadas más codiciadas por los amigos de lo ajeno. No obstante, esta cámara es una de las más seguras del mundo, no solo por sus medidas electrónicas de seguridad -al fin y al cabo todas las tienen-, sino porque tiene, además, la protección especial de La Cibeles. ¿No se lo cree? Le invito a seguir leyendo para convencerse.

Primera puerta en 1941
En Madrid, en plena plaza de La Cibeles, podemos encontrar el edificio del Banco de España. Dentro de él, y si bajamos a unos 8 metros de profundidad, encontraremos una habitación que nos recibe con una impresionante puerta acorazada de 16 toneladas de peso, prolegómeno de la cámara donde se esconden 93 toneladas de codiciado oro. No obstante, no se crea que detrás de semejante gigante se encuentra la cámara de la que hablamos, ya que esta puerta simplemente es el primer acceso.

Tercera puerta
Una vez atravesada la primera puerta nos encontramos con un pozo de 36 metros de profundidad (ocho pisos) que se salva con una escalera y un ascensor que llevan, ahora si, al nivel donde se encuentra la cámara acorazada. Tras atravesar una segunda puerta blindada, esta vez de 14 toneladas, se accede a un foso el cual se cruza -al más puro estilo medieval- por un puente levadizo y que da entrada -ahora sí- a la cámara del oro, la cual está protegida por otra puerta acorazada más pequeña y de "tan solo" 8 toneladas de peso. Ahí es nada.

Junta de accionistas en la cámara
La cámara tiene una superficie de 1.500 metros cuadrados de superficie, construida con poderosos muros de hormigón armado que almacenan el oro en estanterías proveídas por la empresa de Gustave Eiffel (el de la Torre Eiffel -ver Barcelona 1888, la torre que quería competir con la Torre Eiffel), y está rodeada por un pasillo perimetral que evita las filtraciones y permite su vigilancia. De hecho, antes de la segunda puerta existe un cuerpo de guardia donde vivía el retén que la Guardia Civil que patrullaba las instalaciones hasta hace unos 25 años. Ya de por sí la cámara parece inexpugnable -sirvió incluso de refugio antiaéreo durante la Guerra Civil- pero aún dispone de una medida de seguridad adicional que convertiría un supuesto robo en una repetición de una película de Indiana Jones, pero posiblemente sin tan buen final. Y aquí es donde entra en juego La Cibeles.

Esquema de la cámara acorazada
Efectivamente, 48 metros por encima de la cámara se halla la famosa fuente-escultura de la diosa Cibeles, la cual se provee del agua que lleva un canal subterráneo. Este canal, llamado Canal de las Pascualas o de Oropesa, es un antiguo arroyo que atravesaba Madrid y que con el crecimiento urbanístico de la ciudad (ver El Duque de Lerma, la capital de España y su descarado pelotazo inmobiliario) pasó a canalizarse para evitar los problemas que provocaba al tránsito por el centro de la capital. Y...¿qué tiene que ver un riachuelo fosilizado con la cámara acorazada del Banco de España? Todo.

La Cibeles y el Banco de España
En caso de intento de atraco a la cámara acorazada, y si todo lo demás falla, las pesadas puertas blindadas se cierran automática y herméticamente, abriéndose un conducto que conecta directamente con la fuente de La Cibeles y el Canal de las Pascualas haciendo que todo el espacio que rodea la cámara se llene de agua en pocos minutos. En esta circunstancia, cualquier ladrón se encontraría atrapado, con el agua al cuello rápidamente e imposibilitado de escapar, ya que las puertas de acceso se encontrarían cerradas y bajo el nivel del agua, lo que haría que la presión del agua hiciese prácticamente imposible el abrirlas. Asimismo, las puertas están construidas en acero normal oxidable, por lo que, en caso de mantenerse la inundación durante demasiado tiempo, el agua corroería rápidamente las puertas, atrancándolas aún más si cabe. Seguridad total y sin necesidad de cara tecnología.

Fachada del Banco de España
Tal vez por todo ello, en los 78 años que lleva construida la cámara acorazada (es del 1936), nunca ha habido la necesidad de activar la trampa que trae el agua de Las Pascualas. Las medidas de seguridad electrónicas, la vigilancia policial, la profundidad y las trampas al mejor estilo de las pirámides egipcias han hecho que, hasta el día de hoy, la cámara acorazada del Banco de España se haya mantenido a salvo de los envites de los cacos. Lástima que no haya trampas como esta para cazar las fechorías de quien tiene acceso legal al tesoro público.

Más de uno habría caído ya.

La calle de Alcalá en 1750. En primer plano, Las Pascualas.

Webgrafía

Comentarios

  1. Anónimo3:09 a. m.

    Que digo yo… alguien se habra parado a pensar como arreglar el estropicio si alguna vez se activa dicho sistema de seguridad, ya sea por error o no? Tengo la ligera sospecha que siendo como son las cosas en este pais, el oro se quedaria unos cuantos añitos a remojo

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