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La barrilla, la invasión de las plantas rodantes

Una invasora rodante
Dos figuras se encuentran frente a frente bajo el tórrido sol de mediodía. Sus sombreros, bien atados para que el aire del Oeste no se los lleve, esconden la fría mirada de odio de los contendientes. Las pistoleras abiertas. Las manos sobre los revólveres. Una planta rodante pasa entre ellos... Esta escena, que bien podría pertenecer a cualquier Western protagonizado por John Wayne (ver Stalin y su objetivo de asesinar a John Wayne), no sería la misma sin esa planta seca dando vueltas por el campo y que da el punto de aridez y soledad a las películas del oeste. No obstante...¿sabe que esa planta icónica, que todo el mundo relaciona con el Oeste americano como un perro de Pavlov (ver Pavlov, sus perros y los violines de las películas de miedo) en realidad es... rusa? Pues, aunque le parezca mentira, es así. Me estoy refiriendo a la barrilla, la invasora rodante.

Barrilla, en verde
La barrilla (Salsola tragus) es una hierba anual que crece en las zonas esteparias, donde hay poca vegetación, llueve poco y hay mucho viento. Hasta aquí todo encaja, por lo que podría ser perfectamente uno de los habitantes habituales de las Grandes Llanuras norteamericanas, y haber hecho de las suyas durante la época de la conquista del Lejano Oeste. Pues si llega a ser un huevo, le da en un asa, porque nada más alejado de la realidad.

Se han naturalizado
Efectivamente, esta planta es típica de los ambientes esteparios y secos... pero de las estepas rusas, de donde provienen y desde donde se ha repartido, primero por toda Eurasia (en las zonas de meseta española, hay especies endémicas del género Salsola) y después, de la mano del hombre, por todo el mundo, aprovechando su gran rusticidad, su capacidad de sobrevivir en climas áridos y su especial forma de dispersión.  Y es que la barrilla ha encontrado una forma extraordinariamente efectiva de esparcir sus semillas: dando vueltas.

Flor de Salsola tragus
Esta planta, de la familia de las remolachas y las espinacas, como ya he comentado anteriormente, tiene un ciclo anual, de tal forma que en un año nace, crece, se reproduce y muere. Ello significa que el crecimiento es muy rápido, de manera que aprovecha las escasas temporadas de lluvias que se producen en su medio ambiente para poder florecer y reproducirse rápidamente (ver La explosión de belleza de un desierto florido).  Es en el momento en que las semillas han madurado, que la planta muere y se seca, dando comienzo a un ciclo que la puede llevar a muchos kilómetros de su punto de nacencia.

Seca pesa muy poco
Al secarse, la barrilla, pierde todo su contenido en agua, combándose las ramas (puede tener más de un metro de altura, aunque no suele pasar más de un par de palmos), haciéndose muy liviana y frágil, permitiendo que los vientos la rompan por la base. Justo en este preciso instante, la planta seca, gracias a la forma que han tomado sus ramas, empieza a rodar empujada por el viento, diseminando  en su viaje todas las semillas que contiene en sus cápsulas. Aunque claro, una cosa es que pase en su ecosistema original, y otra que sea en una tierra en que no había estado nunca. Y esto es lo que pasó en 1874 en Dakota del Sur.

Puede hacer grandes acumulaciones
En esa época, las grandes tierras libres que existían en el Medio Oeste americano atraían a inmigrantes de todas partes del planeta en búsqueda de nuevas oportunidades. En este caso, unos emigrantes de origen ruso importaron semillas de lino para sembrarlas en sus propios cultivos en el Nuevo Mundo. Sin embargo, y como siempre pasa, entre col y col, siempre hay una lechuga, y en este caso, entre linaza y linaza, se escaparon unas pocas semillas de barrilla... y se lió la cosa.

Pueden hacer más de 1 metro
En un medio ambiente calcado al suyo de origen, las plantas rodantes empezaron a desarrollarse de forma tremenda y sin control, habida cuenta que no tenía ninguno de sus depredadores. Además, esta planta solamente es comestible en el momento en que todavía no está madura, porque en el momento en que florece, las ramas se vuelven leñosas, espinosas y tóxicas para el ganado, por lo que ni siquiera las tocan. Ello significó que esta planta invasora se dispersara a todo trapo por todas las zonas esteparias de Estados Unidos y de México, llegando a ser la especie dominante en tierras llanas y con poca vegetación autóctona, llegando a ser icono (tardío) de los paisajes norteamericano. Un auténtico desastre... o no.

Pocos depredadores
La barrilla, aunque tiene la desventaja de ser una especie altamente invasiva fruto de su particular ventilador de esparcir semillas (ver Mimosa sensitiva, una mimosa muy recatada), se ha mostrado altamente eficaz en la regeneración de suelos baldíos o alterados por la mano del hombre. De esta forma, además del uso tradicional que se le ha dado para hacer jabón -debido a su contenido en carbonato sódico (sosa)- su particular capacidad de absorber tóxicos del suelo lo ha hecho apto para eliminar contaminantes de escombreras y escoriales, donde difícilmente se desarrollarían otros tipos de vegetales. Asimismo, debido a su facilidad de reproducción y dispersión se utiliza para regenerar zonas donde se ha eliminado toda la cobertura vegetal y así evitar la erosión del suelo.

En definitiva, que ahora que tanta manía hay con la inmigración y los inmigrantes, haríamos bien de tener en cuenta que buena parte de lo que tenemos como propio y diferenciado proviene la mayoría de las veces de la interacción entre lo autóctono y lo forastero. Así, sabiendo que algo típicamente americano es en realidad ruso, tal vez nos haga pensar que no hay personas de allí o de allá, no hay culturas de allí o de allá, sino, simplemente, personas.

Para reflexionar.

Una planta viajera que ha conquistado todo el mundo

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